La marcha es una conducta motora automatizada compleja en la que influyen aspectos biomecánicos y nerviosos determinantes. Aparte de las enfermedades que pueden originar trastornos de la marcha, el envejecimiento conlleva consecuencias negativas, aunque no todas las personas envejecen igual.
Ana Isabel Useros, fisioterapeuta de la Unidad de Daño Cerebral del Hospital Beata María Ana y profesora de la Universidad de la Salle (Madrid), ha sido ponente en el XVII Congreso de Zahartzaroa – X Congreso de la Sociedad Navarra de Geriatría y Gerontología. Su contribución tuvo que ver con el abordaje de las alteraciones de la marcha en personas adultas, mayores y ancianas desde la fisioterapia. La doctora Useros compartió el taller de este encuentro científico, celebrado en Bilbao los días 17, 18 y 19 de mayo, con el neurólogo Gurutz Linazasoro, de la Policlínica Gipuzkoa, tal y como se ve en la foto superior.
Evidencia
El 35% de las personas mayores presentan anormalidades en la marcha. Los trastornos de la marcha han aumentado como consecuencia del envejecimiento de la población. Una alteración en la deambulación puede hacernos sospechar de una enfermedad. “La marcha es una tarea motora compleja que requiere de la conjunción del sistema musculoesquelético, cardiopulmonar y sistema nervioso pero refleja también el estado cognitivo y emocional de las personas”, afirmó Useros en este sentido.
El origen de las alteraciones de la marcha es multicausal: el 60% se debe a afecciones neurológicas (entre ellas un ictus u otro tipo de daño cerebral) y el 40% a musculoesqueléticas, y otras alteraciones (metabólicas, cardiovasculares…) explicó la fisioterapeuta. También que existe una correlación entre la velocidad de la marcha y el deterioro de factores cognitivos (atención, velocidad de reacción). El equilibrio es uno de los factores determinantes de la marcha, y este puede verse comprometido por diversas causas; algunas muy frecuentes, como la pérdida de la sensibilidad auditiva, la pérdida gradual de la sensibilidad visual en campo y profundidad, la disminución de la flexibilidad del aparato locomotor o las alteraciones de la alineación corporal, entre otras muchas.
Cuando se efectúa un análisis de la marcha hay que tener en cuenta: velocidad, características del paso, inestabilidad, coordinación y estrategias o habilidad. A los 75 años, los pacientes que caminan lento mueren unos 6 años antes que los que caminan a velocidad normal, y 10 años antes que los que caminan a velocidad rápida, aseveró citando a un estudio reciente de Stephanie Studenski. El enlentecimiento se relaciona, entre otros factores, con la pérdida de masa muscular; es un fuerte correlato de fragilidad y uno de los mayores predictores de discapacidad e institucionalización en hogares para personas mayores.
Prevención de caídas
“El abordaje de los trastornos de la marcha es complejo y requiere de una estrategia terapéutica basada en la multi-intervención”. La propuesta terapéutica, según Ana Useros, ante las alteraciones de la marcha debe basarse en la multi-intervención basada en la evidencia. Y de entre la evidencias destacó algunas para prevenir caídas:
- Ejercicios de equilibrio durante 2 o más horas por semana reducen el riesgo de caídas en los adultos mayores que viven en el comunidad.
- La suplementación diaria de vitamina D previene las caídas y fracturas por
- sus efectos beneficiosos sobre la fuerza y el equilibrio.
- Las adaptaciones en domicilio reducen el riesgo de caídas.
- Pacientes de alto riesgo con caídas recurrentes, inexplicables o dañinas debe considerarse para derivación a servicios especializados multidisciplinares.
- Supresión de benzodiazepinas, acelerar la intervención de cataratas y restricciones en el uso de gafas multifocales al aire libre para adultos mayores activos son también intervenciones efectivas simples para reducir el riesgo de caídas.
Las caídas constituyen un predictor de la mortalidad. “Las caídas en los adultos mayores tienen que ser registradas de manera periódica y reflejan alteraciones de la marcha”. La doctora Useros recomendó a las personas de edad avanzada utilizar protectores de cadera para evitar fracturas.
Multi-intervención
En cuanto al tratamiento fisioterápico, Useros expuso que las intervenciones orientadas a la tarea producen mayores beneficios en la velocidad de la marcha que las intervenciones multifactoriales y un funcionamiento más eficiente. Asimismo, el entrenamiento sobre la estabilidad de la zona central del cuerpo (core stability) tiene una influencia positiva mayor en el equilibrio y la funcionalidad que solo el entrenamiento de miembros inferiores, además de prevenir las caídas. Recomendó al menos 150 minutos a la semana de ejercicio con intensidad moderada-alta en espacios de 10 minutos o más. De igual modo aludió a programas efectivos para mejorar el equilibrio que incluyen ejercicios dinámicos de pie, como danza, tai chi o terapia acuática. “Revisar los fármacos, administrar suplementos de vitamina D, aplicar estrategias cognitivo-conductuales y programas de prevención de caídas son medidas efectivas complementarias a la fisioterapia para el abordaje de los trastornos de la marcha”, concluyó nuestra experta.
Al final de la ponencia, el moderador de la mesa y varias de las personas asistentes al taller realizaron preguntas.