Comunicación del Dr. Carlos Rodríguez, endocrinólogo de Hospital Beata María Ana en el Ilustre Colegio Oficial de Médicos de la Comunidad de Madrid

El Dr. Carlos E. Rodríguez Jiménez, endocrinólogo de Hospital Beata María Ana, realizó ayer 10 de noviembre de 2021, un comunicado en el Ilustre Colegio Oficial de Médicos de la Comunidad de Madrid, dentro del Programa de Intervención Psicológica ante la Fatiga Pandémica.

COVID 19: SUPERAR Y SUPERARSE

 Autoridades, colegas y amigos: Muchas gracias por contar con mi modesta colaboración, en una convocatoria tan relevante, una excelente propuesta para fortalecernos y prepararnos mejor ante cualquier eventual pandemia que muy posiblemente pueda producirse

 Dice el Dr. Adolfo García Sastre, español, médico, virólogo y director del Instituto de Salud Global  y Patógenos Emergentes en el Mount Sinai Hospital de Nueva York: “Todos nos infectaremos, aunque sea de forma leve”. «Si no hubiese habido esta emergencia y esta necesidad de tener una vacuna cuanto antes, seguramente se hubieran desarrollado vacunas de tres dosis» La COVID19 se atenuará, pero no se irá fácilmente.

Retrocediendo a febrero 2020. Hospital Beata María Ana. Como médico y paciente, Repaso la situación clínica.  Dada la escasa noticia preventiva inicial, basada en verdadera y hasta lógica ignorancia universal a cerca de la COVID 19, las consultas médicas continuaban su labor, a pesar de los primeros e inconsistentes rumores. Personalmente estaba de acuerdo, dado que me encontraba relativamente bien, manteniendo mi práctica de tenis, durante una hora, martes y viernes a pesar de una tos irritativa, no productiva que había diagnosticado erróneamente de extraña bronquitis alérgica. Lo cierto es que me sentí progresivamente más afectado de cansancio físico, falta de apetito y debilidad para moverme. Achaqué esa astenia a las horas de largas consultas y en clara incoherencia con el DNI de este servidor. El 12 de marzo se suprimieron las consultas médicas, y a pesar de ese descanso obligado, se fue acrecentando el marcado cansancio, la falta de apetito notable y febrícula ya sin tos ni otro síntoma;  solo leve carraspera, un pequeño escozor en ojos y cierta molestia al deglutir.

El cansancio se hizo tan notorio, que me impedía llegar del salón a la cocina con normalidad. En una llamada casual del Dr. Cabranes y otra providencial del Dr. Vigaray, puso en movimiento mi rápido traslado al Hospital Beata María Ana, lo cual, probablemente, salvó mi transcurrir en este planeta. Trasladado en silla de ruedas a la UCI, se practican los exámenes pertinentes. Se evidencia así una microcoagulación pulmonar bilateral diseminada con una saturación de oxígeno en límites normales bajos.  Mi sentimiento era de una debilidad fortísima, y mi deseo era el de dormir.

La actuación del equipo sanitario que me atendió dirigido por el Jefe del Servicio de Urgencia, el amigo y colega Dr. Denard,  incluidos enfermeras, enfermeros y auxiliares ha sido impecable.

Y así, transcurrieron veintisiete días, pausadamente, con ánimo dispuesto a todo. Con una recuperación progresiva satisfactoria.

NO aconteció así en tantos casos que hemos vivido. Particularmente el fallecimiento nuestro compañero Aurelio Capilla, Director Médico del Hospital Beata María. A él a todos ellos mi imperecedero recuerdo.

He vuelto a la consulta, al tenis semanal tras una semana de haber recibido el alta, y casi puedo decir que me encuentro mejor que antes. Pero ¿Por qué en verdad, he sobrevivido sin mayores complicaciones ni secuelas psíquicas?

Considero que el circuito psico-neuro-inmuno-endocrino ha funcionado, fomentado por un estilo de vida relativamente equilibrado, un Bioestilo, si bien no perfecto, sabiendo compensar excesos o defectos.

Un Bioestilo sencillo y sano, que comienza por saber afrontar con elasticidad,  sin rigidez, los avatares  cotidianos – que no suele Es lo que hoy conocemos por resiliencia: saber superar obstáculos sin que estos dejen huella negativa.  En suma, un Bioestilo que podemos resumir como:- Una mente ágil y lógica, resiliente, antiestrés. – Una actividad física coherente con un descaso nocturno generoso. – Una alimentación basada en huerta, mar y granja más agua abundante.

Fundamentalmente he tratado de mantener esa mente ágil y lógica, elástica, lo que me ha conducido a no experimentar sufrimiento psicológico alguno.

En todo momento considero  haber mantenido un equilibrio emocional que ha favorecido sin lugar a duda.

No me han surgido pensamientos negativos, convencido que todo es superable. He mantenido una actitud natural, pensando positivamente, incluso con buen humor,  en la siguiente etapa. Nunca me he dejado llevar por momentos de incertidumbre que muchas veces solo es un exceso de temor ante un peligro.

No he mantenido ninguna actitud forzada, siempre convencido con naturalidad, el superar ese momento problemático.

Mi experiencia sencillamente ha sido dejarme llevar por los hechos, haciendo una interpretación serena, en la confianza de poder sobrepasar lo que se avecinaba. El factor mental es de gran importancia, porque según negociemos lo que pensemos, así responderá nuestro sistema neurohormonal. Y éste a su vez actuará sobre nuestro comportamiento.

Nunca he experimentado excesiva congoja, ni incertidumbre crónica.  Tal vez la práctica de tenis me ha favorecido. Repetir el movimiento, queriendo hacerlo SIEMPRE mejor. Hasta aprenderlo. Sin desfallecer.

A veces no somos dueños de nuestras propias realidades, pero no debemos desfallecer. Los milagros consisten en insistir. Obvio que existen personalidades que de forma intuitiva neutralizan sus miedos o desfallecimi9entos.  NO obstante, la constancia y el tesón de lograr un objetivo, ha sido la mejor propiedad que he podido desarrollar. Ello ayuda a transformar lo grave en moderado y lo moderado en leve.

En consulta he visto diferentes tipos de reacción. Desde personas que no salían de casa durante meses, utilizando inclusive mascarilla, hasta nihilistas que no han creído en semejante pandemia. Es obvio que son dos maneras de defenderse ante la incertidumbre, tal vez adobada con que no haber incentivado ese empuje personal que es la resiliencia, la mejor manera de nutrir nuestro cerebro.

Considero que el el sistema inmune, no consiste solamente en comer bien sino en pensar bien,  poderoso nutriente mental. Conjugar factores psíquicos, hormonales y genéticos específicos, que optimizan nuestro sistema inmunológico y minimizan los efectos de un temor excesivo instintivo de conservación y que fomentan una inteligencia emocional poderosa.

Como decía Don Gregorio Marañón del que me precio haber sido discípulo, como posteriormente lo fui en la Clínica Puerta de Hierro del Profesor Segovia de Arana: “Primero el gesto, y luego el resto”.

Termino con unas normas especiales que podrían ser antivirus, de finales del siglo XIX de Don José de Letamendi, catedrático de Anatomía en Barcelona y de Patología General en Madrid.

Vida honesta y ordenada

Usar de pocos remedios

Y poner todos los medios

De no agobiarse por nada

La comida, moderada

Ejercicio y diversión

No tener nunca aprensión

Salir al campo algún rato

Poco encierro mucho trato

Y continua ocupación.

 

 

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