Ahora que comenzamos la desescalada, que comenzamos a pasar de fase, comienzan los reencuentros, comienza la ‘nueva normalidad’.
En la Unidad de Daño Cerebral del Hospital Beata María Ana, los pasillos de la unidad ambulatoria comenzaron a perder actividad asistencial la semana del 9 de marzo…. No sabíamos todavía bien a qué nos enfrentábamos, pero algunas personas usuarias por miedo, y otras por recomendación médica, tuvieron que ir abandonando las terapias presenciales…
El 14 de marzo se declaró el Estado de alarma, la unidad ambulatoria de rehabilitación cerró sus consultas, y los pacientes hospitalizados que no pudieron irse de alta por su situación clínica y/o social quedaron confinados en el hospital sin poder recibir visitas de sus seres queridos y familiares.
Todo el equipo rehabilitador nos pusimos entonces manos a la obra para poder adaptarnos a la nueva situación.
Por un lado, no perdimos la comunicación en ningún momento con nuestros pacientes ambulantes, escuchando sus demandas, sus miedos, sus rutinas diarias durante el confinamiento; animándoles a buscar y encontrar un equilibrio ocupacional en esta situación, dándoles el apoyo que necesitaban en las situaciones que nos describían, en definitiva, brindando nuestra ayuda a través del teléfono, del correo electrónico, de la telerrehabilitación…