El Hospital Beata María Ana ofrece una guía con buenas prácticas para que los cuidadores se mantengan en buenas condiciones y eviten caer enfermos

Cuidar de otra persona supone, a veces, una notable fuente de estrés que puede afectar a la vida de quienes cuidan, hasta el punto de que se les puede denominar “víctimas o pacientes ocultos”

Es importante contemplar a las personas cuidadoras desde dos enfoques diferentes, como un recurso y como pacientes secundarios, lo que obliga a los profesionales a dirigir su intervención hacia ambas perspectivas
Noelia González Páez, psicóloga de la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital, señala que “cuidar es una tarea doble, porque tienes que conocer las necesidades de la persona enferma y después, saber cómo satisfacerlas”. Supone además organizar la vida en función de la persona cuidada, tanto en horarios como en comidas y vacaciones, dando lugar en ocasiones a que el cuidador abandone sus propias tareas.

La especialista incide en que cuidar de otra persona supone, a veces, una notable fuente de estrés que puede afectar a la vida de quienes cuidan, hasta el punto de que se les puede denominar “víctimas o pacientes ocultos”. Por eso, insiste en que “es fundamental cuidarse para cuidar mejor, porque cuando una persona se ve afectada por una enfermedad avanzada, su influencia va más allá de ella misma. Las consecuencias repercuten en todo el núcleo familiar, y principalmente en el cuidador o cuidadora principales”.

Noelia González Páez explica que es importante contemplar a las personas cuidadoras desde dos enfoques diferentes, como un recurso y como pacientes secundarios, lo que obliga a los profesionales a dirigir su intervención hacia ambas perspectivas: por un lado, informando y formando a los cuidadores sobre la enfermedad y las necesidades que plantean los pacientes, y por otro, atendiendo al propio cuidador en lo que concierne a su salud y bienestar.

“El cuidado de una persona con enfermedad avanzada es una experiencia, en ocasiones, prolongada, que requiere reorganizar la vida familiar, laboral y social. El impacto de cuidar en ocasiones puede dar lugar al “síndrome del cuidador”, que se describe como el conjunto de alteraciones médicas, físicas, psíquicas, psicosomáticas e incluso problemas laborales, familiares y económicos, a los que hacen frente quienes cuidan”, explica Noelia González.

Hábitos saludables de vida

La psicóloga de la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital Beata María Ana, ofrece a los cuidadores, a modo de guía, una serie de pautas y recomendaciones de vida saludable que pueden prevenir determinadas situaciones adversas para ellos:

  1. Dormir las horas necesarias, ya que estas horas serán importantes para su estado de ánimo y salud.
  2. Comer de forma sana y respetando horarios, con una dieta equilibrada.
  3. Hacer ejercicio físico, ya que mejorará su estado anímico al liberar endorfinas, llamadas hormonas de la felicidad. El ejercicio mejora el sueño, fortalece el sistema cardiovascular y respiratorio, favorece la agilidad, la coordinación y el equilibrio. Solo el hecho de caminar ya comporta beneficios importantes para la salud.
  4. Descansar. Es muy importante encontrar tiempo y dejar algún rato el cuidado de la persona enferma a otra persona.
  5. Evitar aislarse. El cuidador debe continuar con aquellas aficiones que le ayudan a estar en contacto con otras personas.
    “Si el cuidador disfruta de buena salud, los cuidados que ofrece a la persona enferma serán menos pesados y más agradables, y lo más importante, podrá seguir cuidando más tiempo”, explica la especialista.

Cuando afloran sentimientos negativos

Noelia González señala que todos los sentimientos y emociones que experimenta el cuidador son legítimos. “Es normal tener emociones o pensamientos negativos hacia la situación en la que está el cuidador y su ser querido; no es una situación grata ni para el cuidador ni para quien está padeciendo la enfermedad, por lo que es habitual sentirse abrumado y sin saber si aquello que se hace o se siente está bien o mal”.

Desde su punto de vista, cuando el manejo de un ser querido resulta complicado, es el momento de decidir otras formas de cuidar, sin generar un sentimiento de culpabilidad, puesto que el cuidador siempre ha hecho y continuará haciendo lo mejor para su ser querido. “Pedir ayuda es una de las maneras que permite mejorar la atención. A veces, se le da un significado negativo, como si el cuidador no fuera capaz de llevar a cabo la tarea, pero pedir ayuda significa querer cuidar mejor y es una manera excelente de tener otros puntos de vista para poder continuar los cuidados”, explica.

Por esta razón, si el cuidador siente que sus fuerzas se están agotando, la mejor opción debe ser tomarse un respiro en cuanto sea posible. “Lo ideal -apunta Noelia González- sería no llegar a “no poder más” e ir cuidándose día tras día para lograr un cierto equilibrio: salir a dar un paseo en cuanto sea posible, no abandonar hábitos saludables, apoyarse en las personas del entorno. Hablar de lo que se necesita, incluso con la persona a la que se cuida, ayuda a vivir de una manera más tranquila y positiva la enfermedad”.

Compartir esta noticia: