El cuadro clínico más habitual de la enfermedad comienza con dolor de cabeza, fiebre alta y rigidez en el cuello. La fiebre y la cefalea son síntomas muy inespecíficos en el contexto de cualquier infección, pero la ausencia de otros síntomas como dolor de garganta, diarreas, dificultad respiratoria, etc. pueden orientarnos a un cuadro meníngeo. La gravedad del cuadro nos la indica la alteración del nivel de conciencia. “Es vital reconocer cuando el paciente comienza a tener somnolencia progresiva y constante con dificultad para mantener una conversación, incluso con respuestas incoherentes, para acudir rápidamente al hospital”, asegura el Dr. Ramos, quien también apunta a la importancia de reconocer “unas manchas pequeñas planas o un poco elevadas de color rojizo que aparecen en la piel” y que son signo de mucha gravedad.
“Tenemos la idea de que la meningitis es una enfermedad muy grave, aunque en realidad, depende del microorganismo que la produzca”, asegura el Dr. Ramos, quien afirma que las más habituales son las producidas por virus y “afortunadamente la mayoría de ellas son benignas”.
Sin embargo, las meningitis bacterianas presentan casos mucho más serios y pueden llegar a producir secuelas neurológicas permanentes. “La mitad de la meningitis bacterianas están producidas por la bacteria Neisseria Meningitidis, llamado también meningococo y tienen una incidencia de 3,5 casos por 100000 habitantes. La segunda bacteria en frecuencia es el Streptococcus Pneumonie, que produce entre el 5 y el 20% de casos; y el tercer agente causal es el Haemophilus Influenzae tipo B que en la edad pediátrica se convierte en la segunda causa después del meningococo”, asegura el Dr. Ramos.
Diagnóstico y tratamiento
El diagnóstico de la enfermedad se basa en el cuadro clínico y la realización de una punción lumbar que consiste en la obtención y análisis del líquido que se encuentra en las meninges (líquido cefalorraquídeo), y el tratamiento incluye antibioterapia de administración intravenosa de amplio espectro a altas dosis, incluso antes de haber identificado la bacteria causante.
Prevención
La prevención para el contagio no es fácil: “Se pueden prevenir algunas meningitis bacterianas gracias a las vacunas para algunos tipos de Neisseria Meningitidis y de Haemophius Influenzae, que están incluidas en el calendario pediátrico vacunal español ya que la gravedad y las secuelas en los niños pueden ser determinantes en su vida adulta, sin embargo, estas vacunas son eficaces y protegen de forma eficiente durante la infancia, aunque pierden su efecto con los años.”, afirma el Dr. Ramos.