Por el Dr. Federico Lombera Romero, cardiólogo del Hospital Beata María Ana de Madrid
En este año la situación de pandemia que nos ha tocado vivir ha dado lugar a muchos cambios en nuestros hábitos de vida. Desde el punto de vista sanitario, además de la sobrecarga extrema del sistema de salud, bien conocida por profesionales sanitarios y ciudadanos, y las terribles consecuencias en términos de mortalidad y morbilidad sucedidas, una modificación importante en la asistencia médica ha sido la instauración de las consultas telemáticas.
Tradicionalmente, la consulta clínica no se entendía sin la presencia física del paciente en la misma, que se consideraba prácticamente imprescindible. Sin embargo, la necesidad de atender a los pacientes sin aumentar su riesgo y el del personal sanitario ha llevado a ambos a un escenario nuevo que, obviamente, plantea retos organizativos y hasta legales que obligan a una actitud de optimización progresiva de la consulta, superando los problemas que se puedan plantear en la implantación y desarrollo de su versión telemática.
En nuestro país, la Sociedad Española de Cardiología, desde el primer momento, ha organizado mesas de trabajo y webinarios para establecer normas y orientar en la organización y desarrollo de la consultas Telemáticas en Cardiología, para finalmente publicar un documento de consenso para que sirva a cardiólogos y médicos en general como guía en la organización de la asistencia cardiológica.
La consulta telemática no viene a sustituir a la tradicional consulta presencial, sino a ser un complemento. El secreto de su éxito será el buen uso de la misma, utilizándola en aquellos pacientes que en principio esté más indicada, sirviendo adicionalmente de filtro y estratificación de la consulta presencial, derivando a la misma a aquellos pacientes con síntomas de alarma o de desestabilización.
Ventajas de la Consulta Telemática
En un contexto de pandemia, su principal beneficio es evitar la exposición al contagio. En general, la consulta debería ser lo más eficaz y resolutiva posible: permitiría la realización de la historia clínica y la solución de problemas del paciente; facilitaría el establecimiento de diagnósticos y de tratamientos cuando procediese y derivaría al paciente a la consulta presencial cuando fuese preciso, lo mismo que al médico de atención primaria o a las urgencias. La consulta telemática facilitaría así la organización de los circuitos asistenciales, el seguimiento clínico de pacientes crónicos, la capacidad de priorizar pacientes y la disminución de las listas de espera.
Sin embargo, también presenta algunos inconvenientes, como la imposibilidad de exploración clínica o de exploraciones complementarias, problemas de comunicación ante déficits sensoriales y pérdida de la comunicación no verbal.
Debemos reseñar asimismo las limitaciones que presenta el canal, muchas de ellas circunstanciales, que se podrán corregir o mejorar con el tiempo. Nos referimos, por ejemplo, a la falta de acceso generalizado a la videoconsulta, a la ausencia de cobertura legal (fuera de periodos de emergencia sanitaria, no está regulada por ninguna ley), lo mismo que en algunos seguros de responsabilidad civil. Asimismo, presenta limitaciones relativas a la obtención de la firma del paciente para formalizar el consentimiento informado, a la dificultad de comunicación por la falta de experiencia del personal sanitario en teleconsulta o a la pérdida del contacto directo con el paciente.
Una de las cuestiones claves a resolver para mejorar la eficacia de la teleconsulta es estructurarla para que sea lo más resolutiva posible. Para ello, convendría contar con un plan estratégico de preguntas que deben ser testadas obligatoriamente, tener claros los criterios de derivación, establecer patrones de seguimiento de las patologías crónicas y la coordinación con la atención primaria.
En el documento de consenso de la Sociedad Española de Cardiología se esquematizan las preguntas básicas a realizar en las tres entidades clínicas más frecuentes en la consultas de Cardiología, Cardiopatía Isquémica, Insuficiencia Cardíaca y Arritmias. Asimismo, se esquematizan los casos en que será necesario derivar al paciente a una consulta presencial en las mismas entidades clínicas. Estas recomendaciones son de inestimable valor para el óptimo funcionamiento de la consulta telemática, siendo muy recomendable la consulta del documento de consenso.
En resumen, en el futuro la consulta telemática ocupará un lugar importante en el proceso asistencial de la cardiología clínica rutinaria (con o sin pandemia). Sin duda, las mejoras tecnológicas contribuirán a su optimización y mayor difusión, siendo necesario que se realicen en un entorno sostenible y seguro, preservando la seguridad de datos, la privacidad del paciente, y permitiendo la obtención del consentimiento informado. Además, todo el proceso deberá tener el reconocimiento y la cobertura legal adecuados.
Las consultas de telemedicina contribuirán a una mejoría en la asistencia, optimizando la utilización de los recursos, evitando actos médicos innecesarios o prescindibles, consiguiendo una mejoría en el seguimiento clínico mediante un alto porcentaje de consultas programadas y mejorando la coordinación con atención primaria. Todo ello contribuirá a la disminución de las listas de espera y a la optimización de la continuidad asistencial.
También mejorará la accesibilidad del paciente al médico y la implicación y responsabilidad del paciente en su enfermedad, influyendo en un mejor control y cumplimentación terapéutica de la misma. Por tanto, podemos afirmar que la consulta telemática o la telemedicina no ha hecho más que empezar, y es previsible que mejore la asistencia, siendo un complemento muy importante a la consulta presencial, a la que no viene a sustituir.