El daño cerebral adquirido y las secuelas neurológicas producen un elevado impacto en nuestra sociedad. Las necesidades de atención a las personas que las sufren y su posible situación de dependencia posterior suponen un reto para los sistemas de asistencia hospitalaria. La previsión del aumento de estas enfermedades en las próximas décadas, que puede alcanzar hasta un 30 por ciento según la Organización Mundial de la Salud (OMS), podría superar la capacidad para atenderlas.
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