Pacientes que apenas pueden andar a causa de la enfermedad son capaces de correr, subir escaleras o montar en bicicleta. ¿Cuál es la explicación científica a esta aparente contradicción?
Félix, de 65 años, corre por el parque junto a su hija, Lou, hasta que ambos reducen la marcha. Cuando se detienen, ella le agarra del brazo y le pide que camine, pero el hombre tiene ahora una ostensible dificultad para andar y avanza tambaleándose. “Este es mi padre, padece párkinson desde hace más de 15 años y es corredor de toda la vida”, dice Lou. “Necesita silla de ruedas y apoyo para poder caminar, pero correr…”. El vídeo que subió a las redes hace unas semanas ya tiene alrededor de medio millón de reproducciones. Muchas respuestas son para felicitarles, pero también hay muestras de sorpresa. ¿Cómo una persona con un grado de párkinson tan avanzado puede correr con esa cara de felicidad y sin dificultad?
“Lo que sucede es que el programa motor está activando una vía distinta”, explica Juan Pablo Romero, neurólogo del hospital Beata María Ana e investigador de la Universidad Francisco de Vitoria. “El cerebro se compone de circuitos que están solapados, no hay solo una vía, sino muchas vías paralelas”. Lo que está haciendo Félix, en otras palabras, es utilizar los circuitos que no están deteriorados. “Imagina que el cerebro es como un ordenador y tiene su paquete de Office, con su Excel, su Power Point… que no te funcione uno de los programas no quiere decir que no te funcionen los otros”, explica Jaime Herreros, neurólogo del Hospital Infanta Leonor de Madrid.
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